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GUIADO DE CIEGOS EN MONTAÑA DURANTE EL ESTADO DE ALARMA
 Y LA TRANSICIÓN HACIA LA “NUEVA NORMALIDAD”

ANÁLISIS DE LA SITUACIÓN: REALIDADES Y PROPUESTAS
Francisco Javier Bueno Sequera

El objetivo principal de este artículo es analizar las posibilidades o imposibilidades de la práctica de la disciplina de montaña llamada “Montañismo para Ciegos” -o, en su versión de acción práctica, “Guiado de Ciegos en Montaña”- en el presente escenario de “desescalada” durante la actual pandemia del coronavirus COVID-19. Pero antes de entrar directamente a ello, conviene repasar los antecedentes legales y de actuación gubernamental y estatal hasta llegar al momento presente.
    Nota: Todos los subrayados en negrita realizados en textos entrecomillados son míos.

EL “PLAN DE TRANSICIÓN HACIA UNA NUEVA NORMALIDAD”

El 28 de abril de 2020 el Consejo de Ministros del Gobierno de España aprobó el “Plan de Transición hacia una Nueva Normalidad”, dentro del contexto de crisis mundial provocada por la pandemia del virus COVID-19.

Esta situación llevó a la aprobación del Real Decreto de 14 de marzo por el que se estableció el Estado de Alarma, con importantes medidas restrictivas de la movilidad y la actividad económica, y que, por el momento, ha sido prorrogado en tres ocasiones, hasta el 9 de mayo de 2020.

Durante siete semanas, el Gobierno de España ha estado trabajando en una dirección alineada con los principios establecidos el 16 de abril por parte de la OMS para combatir la extensión del virus y a la hora de tener en cuenta un plan de desconfinamiento. Este plan también comparte orientación con la hoja de ruta común para el levantamiento de las medidas de contención del COVID-19 elaborada por la Comisión Europea y publicada el 17 de abril de 2020.

Según concreta el documento publicado por el gobierno en el mencionado Plan: “En este contexto, y a la luz de los principales indicadores disponibles, de la experiencia adquirida a nivel nacional, de la experiencia en otros países y del conocimiento aportado por los expertos en el ámbito sanitario y epidemiológico, estamos en condiciones de avanzar en España en la desescalada gradual de las medidas extraordinarias de restricción de la movilidad y el contacto social adoptadas hasta la fecha y facilitar una recuperación, lo más rápida posible, de la actividad social y económica”.

El “Plan de Transición hacia una Nueva Normalidad” “establece los principales parámetros e instrumentos para la adaptación del conjunto de la sociedad a la nueva normalidad, con las máximas garantías de seguridad (…), el proceso de desescalada ha de ser gradual, asimétrico, coordinado con las comunidades autónomas, y adaptable a los cambios de orientación necesarios en función de la evolución de los datos epidemiológicos y del impacto de las medidas adoptadas. Las incertidumbres existentes exigen un enfoque prudente y una continua revaluación de escenarios, siendo conscientes de que el proceso de desescalada se puede extender en el tiempo en función de la evolución de la pandemia y de la efectividad de las medidas adoptadas”. Será el ministro de Sanidad el que decida, “cada dos semanas, en qué fase de desescalada está cada territorio”, siendo, de momento, la unidad territorial de análisis la provincia o isla. Las decisiones tomadas por el ministro “podrán significar el avance a la siguiente fase de la desescalada o el retroceso en el caso de que se produzca una regresión en los marcadores”.

De ahí que el gobierno no plantee un calendario cerrado de transición o desescalada, por lo que se hace imposible prever cómo se desarrollarán todas las actividades en los próximos meses, con qué restricciones, cautelas e indicaciones oficiales de obligado cumplimiento. Es lo que ocurre también en el campo que nos interesa en este caso, que es de los deportes y especialmente el de los deportes practicados al aire libre o en el medio natural.

Resumiendo, y antes de avanzar en el contenido concreto de las 4 fases de desescalada previstas en el Plan con el fin de analizar sus consecuencias para el Montañismo para Ciegos en particular, estos son sus fundamentos principales:

•    El propósito de este Plan de desescalada es reactivar el país protegiendo la salud y la vida de los españoles.
•   El Plan tendrá 4 fases, de duración mínima de dos semanas, cuya unidad de aplicación será la provincia o la isla y su aplicación será gradual, asimétrica, coordinada y adaptable.
•    El progreso entre fases se basará en criterios establecidos en un Panel Integral de Marcadores.
•    El Ministerio de Sanidad podrá desarrollar la normativa específica de cada fase.
•   El Plan y sus anexos I, con el panel de indicadores, el anexo II, con los detalles de las fases, y el anexo III que recoge un cronograma orientativo hacia la Nueva Normalidad, se pueden consultar en la web de la Moncloa.

Los detalles de las fases, las actividades permitidas y sus condicionantes, se establecen en el Anexo II del Plan; pero, a modo de resumen, su descripción sería la siguiente:

-Fase 0 o de preparación de la desescalada. Es la situación a fecha de hoy [se refiere al 28 de abril, día de la presentación del Plan], caracterizada por el establecimiento de medidas de alivio comunes para todo el país una vez doblegada la curva de contagios, permitiendo la movilidad fuera del domicilio, fundamentalmente en el ámbito privado, y medidas con un riesgo asociado de contagio muy bajo o nulo, siempre que se cumplan las indicaciones de seguridad, en base a la responsabilidad y autoprotección de los ciudadanos (actividad deportiva individual sin contacto y paseos, atención de huertos familiares, algunas actividades económicas con control de aforo, etc.). Durante esta fase se podrán adoptar medidas que afecten exclusivamente a determinados territorios. En particular, islas sin movilidad exterior y con tasas de contagio prácticamente nulas.

-Fase I o inicial. En función del cumplimiento de los indicadores del panel de indicadores en los diferentes territorios, se permitirá la apertura parcial de actividades, en particular, actividades económicas como pudieran ser la apertura del pequeño comercio con cita previa o servicio en mostrador, restaurantes y cafeterías con entrega para llevar, actividades en el ámbito agrario, actividades deportivas profesionales, alojamientos turísticos sin utilización de zonas comunes y con restricciones, entre otras actividades.

-Fase II o intermedia. En esta fase se plantea la apertura parcial de actividades que se mantienen restringidas en la fase I, con limitaciones de aforo, como restaurantes con servicio de mesa y terrazas, zonas comunes de alojamientos turísticos, grandes superficies comerciales, etc.

-Fase III o avanzada. En esta fase se prevé la apertura de todas las actividades, pero siempre manteniendo las medidas oportunas de seguridad y distancia. Entre las medidas a contemplar en esta fase, la apertura del comercio minorista que no hubiera abierto con anterioridad, con limitación de aforo, bares y discotecas con aforo muy limitado, museos y espectáculos culturales, también con asistencia limitada, etc.

-Nueva normalidad. Terminan las restricciones sociales y económicas, pero se mantiene la vigilancia epidemiológica, la capacidad reforzada del sistema sanitario y la autoprotección de la ciudadanía.


LAS DISPOSICIONES GENERALES DEL MINISTERIO DE SANIDAD SOBRE LA ACTIVIDAD FÍSICA NO PROFESIONAL AL AIRE LIBRE

El viernes 1 de mayo de 2020 se publica en el Número 121 del BOE (Boletín Oficial del Estado), Sección I, página 30.925, entre otras Disposiciones Generales de diversos ministerios y de las Cortes Generales sobre el Estado de Alarma, la Orden SND/380/2020, de 30 de abril, del Ministerio de Sanidad “sobre las condiciones en las que se puede realizar actividad física no profesional al aire libre durante la situación de crisis sanitaria ocasionada por el COVID-19”.

En su Artículo 2, “Desplazamientos permitidos para la práctica de actividad física”, aparecen varias indicaciones divididas en 6 apartados, de las cuales selecciono las que nos interesan para el objeto de este artículo. En realidad, son concreciones -tampoco demasiado desveladoras- de las directrices expresadas para cada Fase del Plan.

En el apartado 1, se indica que “Se habilita a las personas de 14 años en adelante, a circular por las vías o espacios de uso público para la práctica de las actividades físicas permitidas por esta orden (…)”, y en el apartado 2 se especifica que “queda permitida la práctica no profesional de cualquier deporte individual que no requiera contacto con terceros, así como los paseos. Dichas actividades se podrán realizar una vez al día y durante las franjas horarias previstas en el artículo 5”.

En el apartado 3 se aclara que “Durante los paseos se podrá salir acompañado de una sola persona conviviente. No obstante, aquellas personas que por necesidad tengan que salir acompañadas podrán hacerlo también por una persona empleada de hogar a cargo o persona cuidadora habitual. La práctica no profesional de cualquier deporte individual que no requiera contacto solo se podrá realizar de manera individual. No obstante, aquellas personas que por necesidad tengan que salir acompañadas podrán hacerlo por una persona conviviente, una persona empleada de hogar a cargo o persona cuidadora habitual”. Este último aspecto, aunque no entra dentro del objetivo principal de este artículo, tiene que ver tangencialmente con la problemática del deporte que en esta fase puedan realizar personas con discapacidad, en concreto las que padezcan ceguera o deficiencia visual tan acusada que precisen de un acompañante para realizar ejercicio. Es un caso muy comentado y que ha suscitado muchas dudas entre los compañeros ciegos y deficientes visuales del Grupo de Montaña de la ONCE de Madrid y del Club Bukaneros Solidarios, también de Madrid, formado en gran parte por miembros del primero. En efecto, la mayoría de montañeros ciegos y deficientes visuales, como sus compañeros guías, entrenan habitualmente corriendo y/o haciendo bici -en tándem, en este caso-. Pero para la carrera necesitan la compañía, en paralelo, de un vidente, que suele ser precisamente uno de sus guías en montaña.

Este asunto parece resuelto con la publicación el domingo 3 de mayo del BOE número 123, donde en la Disposición General 4743, Capítulo III, Artículo 9, apartado 2 (Sección I, página 31.125), se dice: “Cuando se trate de deportistas federados, en modalidades de deporte adaptado, se estará a lo dispuesto en el apartado 2 del artículo anterior”. Y en dicho apartado del artículo anterior, referido a los deportistas profesionales y de alto nivel, leemos: “Los deportistas a los que hace referencia este artículo y que practiquen modalidades de deporte adaptado o de carácter paralímpico, podrán contar con el acompañamiento de otro deportista para realizar su actividad deportiva, si esto resulta ineludible. En este caso, las distancias de seguridad interpersonal se reducirán lo necesario para la práctica deportiva, debiendo utilizar ambos mascarilla, y se aplicarán las medidas que se consideren oportunas para garantizar la higiene personal y la etiqueta respiratoria que procedan en cada caso”.

Esta nueva disposición corrige en parte, desarrolla en gran medida, y concreta mucho lo que se decía al respecto de la práctica deportiva en la publicada tan solo dos días antes, el 1 de mayo.

El ministro de Sanidad, don Salvador Illa Roca, realizó hace pocos días en comparecencia en rueda de prensa una serie de aclaraciones cuando anunció las fases de desescalada y el resumen de sus contenidos. Con respecto a la distancia de seguridad cuando se practica carrera, advirtió que ésta no debía limitarse a dos metros sino a diez como mínimo si un corredor iba detrás de otro, puesto que la respiración agitada del primero podía lanzar a esa distancia pequeñas gotas de saliva que podrían infectar a quien le siguiera. En movimiento, aquéllas quedan suspendidas en el aire durante unos segundos detrás del corredor, de ahí la insistencia en respetar ese amplio margen. Según el doctor Juan Antonio Corbalán, mítico jugador de baloncesto del Real Madrid y la Selección Española, y actual director de la Unidad de Salud Deportiva de Vithas Internacional, citado por el diario Sur digital (veáse referencia en “Fuentes”, al final del artículo), «La hiperventilación del corredor facilita la creación de torbellinos que sustentan el virus en el aire, por lo que es recomendable correr en escalera».

La referencia a los diez metros continúa mencionándose en relación a bicicletas, patines, etc., en concreto en el apartado 5 del artículo 8. Eso sí, tomando como excepción lo especificado en el apartado 2.

En cualquier caso, sirva el ejemplo como muestra de los problemas de adaptación a las normas sanitarias y preventivas actuales parar evitar el contagio por COVID-19 con que se está encontrando la población con determinadas discapacidades físicas, y que precisa para realizar su deporte del acompañamiento y guiado de otras personas.


CONSECUENCIAS EN LA PRÁCTICA DEL GUIADO DE CIEGOS EN MONTAÑA DEL “PLAN DE TRANSICIÓN HACIA UNA NUEVA NORMALIDAD” Y DE LAS DISPOSICIONES GENERALES DEL MINISTERIO DE SANIDAD SOBRE LA ACTIVIDAD FÍSICA NO PROFESIONAL AL AIRE LIBRE

Queda claro que, a día de hoy y mientras mantengan su vigencia las Disposiciones Generales del Ministerio de Sanidad a día 3 de mayo -veremos qué sucede en próximas jornadas-, vamos a tener dificultades para practicar el guiado de ciegos en montaña.

Resumo algunas de las causas, basadas en esas Disposiciones: franja horaria limitada de 6 a 10 h o de 20 a 23 h; no se puede utilizar vehículo motorizado ni transporte público para llegar al lugar donde se va a realizar la actividad física prevista; la práctica deportiva debe ser individual y siempre que no requiera contacto.

En el caso del guiado de ciegos en montaña, además, y aunque pasemos a fases en que se permita la actividad física conjunta, ni siquiera llegados a la “Fase de Nueva Normalidad” se podrán cumplir algunos requisitos, como la separación de seguridad y el uso de algunos elementos de protección/autoprotección. Recordemos que el COVID-19 es un virus de transmisión aérea -es decir, se transmite por la tos, al hablar, al estornudar…- y que además contamina las superficies, que uno puede tocar, luego llevarse la mano a la boca o a los ojos y contagiarse de esa manera.

La práctica segura y probada durante más de treinta años en casi todos los contextos -senderismo; baja, media y alta montaña; alpinismo; escalada; expediciones- del guiado de ciegos en montaña posee unas características que, a día de hoy, son incompatibles con los escenarios de la mayoría de las fases de desescalada y desde luego con algunas de las Disposiciones del Ministerio de Sanidad expuestas. Explicaré el porqué:

-El guiado de ciegos en montaña, base teórico-práctica de la disciplina llamada “Montañismo para Ciegos” (“Manual de Guiado de Ciegos en Montaña. Técnicas de uso de la barra direccional y propuestas de formación para guías y montañeros ciegos”, Francisco Javier Bueno Sequera, Ed. Ibersaf, Madrid, 2012), ha sido probado, como digo, durante treinta años en los más diversos escenarios de montaña. Fundamenta su actividad -cuando está bien desarrollada, claro- en la formación lo más completa posible, continua y escrupulosa de los guías y los montañeros ciegos, deficientes visuales y sordociegos que la practican, no solo en los más diversos aspectos del montañismo en general o especializado, sino, sobre todo, en el uso adecuado y preciso de la barra direccional. Ésta, inventada en 1989 por el doctor Juan Antonio Carrascosa Sanz en el entonces llamado “Colegio de niños ciegos” de la ONCE en Madrid, es una barra de madera o metálica, divisible ésta o no, de entre 2,80 y 3 metros de longitud. En ella se agrupan, desde la parte delantera a la trasera, tres montañeros: el guía delantero (G1), en el extremo que abre la marcha; el sordociego, ciego total o deficiente visual con muy poco resto de visión (B1), en el centro de la barra; y el guía trasero (G2), en el extremo que cierra la marcha. Las denominaciones son las propuestas en el “Manual de Guiado de Ciegos en Montaña”, y actualmente usadas en muchos grupos de Montañismo para Ciegos de toda España.

-Por tanto, los tres montañeros que en esta disciplina forman lo que llamamos “equipo” deben ir juntos, repartidos equidistantemente en la barra y todos en el mismo lado a la vez. De modo que entre ellos no hay siquiera un metro de distancia.

-Aunque la mayoría de las órdenes de conducción y avisos que tanto el G1 como el G2 deben dar durante la marcha para información principalmente del B1 -es decir, del montañero ciego- pueden realizarse gestualmente a través de diversos movimientos y señales conocidas con la barra direccional, no todas las indicaciones son susceptibles de ser transmitidas así. De modo que las llamadas “órdenes verbales”, que en condiciones normales deben ser expresadas SIEMPRE, vayan o no acompañadas de las gestuales -esto último se recomienda y se enseña en los cursos de formación-, son imprescindibles para el correcto y completo guiado de la barra. Las órdenes verbales normalmente no requieren que el G1 gire la cabeza hacia atrás para darlas. De hecho, éste es un gesto que se corrige en los cursos de formación, y la prueba más evidente de que el guía no es aún veterano. Los veteranos no giran la cabeza para indicar pasos, subida o bajada de “escalones”, bajadas de cabeza, etc., por dos motivos: porque tienen tomada la medida a la barra y  la toman rápidamente al montañero ciego que les toque en medio de ella, y porque saben que ellos guían, y un guía no puede ir mirando al lado contrario de su dirección: se expone a caer o tropezar, y en este caso el accidente es probable que lo paguen también sus dos compañeros, el B1 y el G2. Sin embargo, hay ocasiones en que para salvar determinado obstáculo, hacer un giro complicado, vadear un río, etc., el G1 debe estar vuelto hacia el B1 o situado enfrente de él guiando verbalmente sus pasos y maniobras. Es decir, debe hablarle de frente, y todo ello a una distancia normalmente menor a un metro.

-En cualquier caso, aunque el G1 dé sus órdenes verbales sin girar la cabeza hacia el B1, está hablando durante un esfuerzo aeróbico a menudo intenso, no igual siempre, pero semejante al del corredor. Recordemos la distancia recomendada entre corredores: 10 metros entre uno y el que le sigue.

-Hay maniobras complejas que no suelen usarse a menudo, pero que son ineludibles en determinados momentos de la marcha, ascenso o descenso: se trata de los diversos tipos de pivotajes. Esta maniobra requiere que los tres miembros de la barra o equipo se junten en el centro de la misma durante un determinado tiempo, hasta superar el obstáculo que la hace precisa. Es decir, los tres montañeros están pegados en el centro de la barra: el pecho del G2 con la espalda (mochila) del B1, y el pecho de éste con la espalda del G1. Y mientras, el G1 va dando instrucciones verbales.

-Cuando se hace una parada por el motivo que sea, la maniobra correcta para escuchar órdenes “en asamblea” o reunión es levantar la barra en vertical para que todo el mundo quepa en el corro alrededor del jefe de marcha. La barra la sostiene el G2, y al B1 lo lleva el G1 en conducción que llamamos “urbana” en los cursos de formación. Es decir, están los tres juntos, y muy pegados al resto de equipos. La parada puede ser también la habitual de media marcha, para tomar el almuerzo y reponer fuerzas. No suele durar más de veinte minutos, pero durante la misma es muy difícil que los miembros del grupo se puedan separar y mantener una distancia de seguridad de más de metro y medio. Tampoco los de la barra. No solo habría que elegir un lugar donde cupiera tanta gente manteniendo esas distancias entre sí -estamos hablando de lugares de montaña, tanto de baja como de media como de alta, y en el caso del GMO, de un grupo en cuyas marchas participan a menudo más de 60 personas-, sino que, una vez hallado, hasta sentarse en la piedra o el espacio de nieve o suelo en que se acomodará el equipo, el montañero ciego debe ser conducido “en urbano” por su G1. Luego podrá separarse y almorzar a veinte metros de él si quiere -y puede-; pero hasta colocarle en un lugar seguro debe realizarse la conducción como es habitual, con el ciego cogiendo del codo o del hombro a su guía.

-Los montañeros ciegos, si necesitan evacuar durante la marcha, también deben ser guiados con seguridad hasta el lugar adecuado. Es decir, de nuevo lo que llamamos “conducción urbana”.

-Si se reduce el aforo de los autocares a un tercio, y teniendo en cuenta que cada B1 precisa de dos guías, resulta que en un autocar de 55 plazas solo podrían ir unos 18 o 20 montañeros, y de ellos solo 6 o 7 B1. En esa situación, y poniendo como ejemplo una marcha mensual regular del GMO de Madrid, harían falta tres autocares para trasladar a todos los participantes. Algo seguramente inasumible para la institución organizadora, en este caso la Delegación Territorial de la ONCE en Madrid. Y el desplazamiento en coche implica problemas semejantes si queremos evitar un contacto estrecho entre los deportistas: a lo peor, un coche para solo dos personas.

-Por último, aunque podría añadir más características del guiado de ciegos en montaña incompatibles con ciertas restricciones de seguridad ante la posibilidad de infección por COVID-19, está eso tan montañero de la convivencia: en refugios, en albergues, en tiendas de campaña e incluso en vivaqueos. Imposible mantener distancias de seguridad como las exigidas ante esta crisis pandémica. No solo eso: dos, tres, cinco y, en ciertos casos, hasta treinta personas o más respirando, tosiendo y roncando en una sola habitación de un refugio de montaña. O en el reducido espacio de una tienda de expedición de dos o tres plazas.


Se puede aumentar con más detalle la lista de problemas e impedimentos para la práctica del guiado de ciegos en montaña en la situación actual y, lo que es peor, de cara al futuro, es decir, ya durante la “Nueva Normalidad”. Pero creo que los ejemplos expuestos son suficientes.

Es cierto que con las novedades presentadas en las Disposiciones Generales del Ministerio de Sanidad del día 3 de mayo de 2020, se aclaran algunas cuestiones, y en general se muestra cierta “manga ancha” para la práctica de deporte adaptado. Por ejemplo, “contar con el acompañamiento de otro deportista para realizar su actividad deportiva, si esto resulta ineludible”, y la reducción de la distancia de seguridad interpersonal “lo necesario para la práctica deportiva”; pero eso sí, usando mascarillas.

He aquí algo que podría ser parte de la solución de los problemas señalados para la práctica del guiado de ciegos en montaña. Pero no es tan sencillo. La siguiente información o parecida se puede encontrar por aquí y por allá en internet, pero me remito a uno de los artículos más detallados que he encontrado, el del diario digital “El Español” del 2 de mayo (veáse en “Fuentes”), que viene a decir que de momento no existen estudios científicos respecto al uso de mascarillas para correr, pero sí los hay sobre los efectos de mascarillas que simulen restricción de aire. En ellos se ha hecho evidente que una mascarilla facial provoca una restricción de la respiración, mayor o menor dependiendo del grosor de sus materiales; algo a su vez incómodo y que podrá reducir el rendimiento deportivo. Además, las mascarillas faciales se humedecen con facilidad ante cada inhalación y exhalación, algo que se multiplicará exponencialmente al realizar ejercicio físico. Y además, ¿qué mascarilla sería la conveniente? Hay muchos tipos, y unas son buenas para evitar el contagio propio pero no para que contagiemos; otras al contrario; las que llevan filtro; las reutilizables y las que no, etc. Lo que tienen en común es que a día de hoy no están probadas para la realización de deporte con ellas, y que en todos los casos restringen la entrada de aire, algo extremadamente necesario en cualquier actividad física, pero desde luego en la práctica del montañismo. A lo que añaden un problema más: usadas con gafas, las empañan; y en montaña el uso de gafas para protección solar, de viento, etc., es ineludible, sin olvidar a los deficientes visuales que precisan de su uso continuo. Ello incluye también a las personas ciegas que conservan los ojos, porque el daño en la córnea por exposición solar o a la ventisca, al polvo levantado por el aire, etc., es el mismo se vea o no.

Personalmente, y dentro de las limitaciones que hemos tenido hasta ahora para la movilidad, he probado una mascarilla quirúrgica mientras realizaba ejercicio aeróbico en casa, con un stepper y también corriendo sobre el mismo punto. Igualmente lo he probado al salir a la calle dentro del horario adecuado o para realizar tareas permitidas como la compra. Lo he ensayado andando rápido, trotando, y subiendo y bajando andando y corriendo las escaleras de mi casa. Sencillamente, no veo su compatibilidad con un ejercicio básicamente aeróbico realizado de forma continuada durante tres, cuatro, cinco horas…, más o menos lo que dura una marcha media por montaña. Si a ello le añadimos la humedad generada por el vapor de agua que expulsamos al hablar -indicaciones del G1 al resto de miembros de la barra, por ejemplo-, parece claro que aparte de las dificultades señaladas, a ellas se sumaría el problema de que necesitaríamos más de una en cada actividad de montaña.

Hay otras complicaciones relacionadas con los materiales específicos que utilizamos para nuestra práctica deportiva que son más fáciles de solucionar: me refiero a las barras direccionales. El COVID-19, ya lo sabemos, se transmite por el aire, no se contagia directamente por la piel. Pero también sabemos que contamina las superficies. Parece ser que permanece en casi todo tipo de materiales, pero en donde más dura es en los plásticos. Si tocamos esas superficies y, sin lavarnos las manos, o incluso llevando guantes inadecuados o sin desinfectar tras hacerlo, nos las llevamos a la boca, la nariz o los ojos, nos podemos contagiar con bastante probabilidad. De hecho, este virus es aproximadamente cuatro veces más contagioso que la gripe.

Bien, éste sí es un problema resoluble: las barras direccionales, sean de madera, o metálicas sin forro o con forro de goma, se pueden desinfectar con alcohol, disolución de lejía, jabón o cualquier método válido, tanto antes como después de la actividad. Es un elemento común que normalmente no tocan solo sus tres usuarios, sino mucha más gente: cuando se sacan del almacén o del domicilio particular para transportarlas en autocar o coche; cuando se vuelven a guardar, etc. Incluso se pueden llevar durante la actividad geles hidroalcohólicos o simplemente botes de alcohol y darles una pasadita de vez en cuando. Al final tendremos que acostumbrarnos a acarrearlos constantemente también para nosotros mismos.

Con los guantes que usamos en montaña invernal también deberemos tener cuidado y durante su utilización en la marcha procurar o bien rociarlos con el gel, o sencillamente evitar tocar nuestra cara con ellos o cualquier superficie que no sea la estrictamente necesaria. Pero en una marcha de montaña se tocan muchas cosas y muchas veces: la mochila, el gorro, la ropa para quitarla o ponerla, el almuerzo, los elementos técnicos cuando los hay… Lo que queda claro es que en verano se hará insoportable llevar guantes quirúrgicos durante la marcha, y en invierno no resultará práctico llevarlos sobre los térmicos.

Parece ser que el virus no dura mucho en ambientes abiertos y en el medio natural, pero no tenemos aún tal certeza. Tampoco sabemos cosas que para los montañeros sería muy interesante conocer: ¿hasta qué altitud es activo, si es que tiene un límite altitudinal? ¿Le afecta la temperatura tanto como se especula: a más calor, peores condiciones para él? Hay investigaciones en marcha sobre todos los aspectos relacionados con el COVID-19, y algunas van rápidas. Pero hoy por hoy tendremos que esperar probablemente meses para conocerlo mejor; y no creo que estén en primera línea de estudio las necesidades e inquietudes de los montañeros sobre las fortalezas y debilidades de este virus a la hora de transmitirse e infectar entre nuestro colectivo mientras desarrollamos nuestro deporte.


PROPUESTAS DE SOLUCIÓN PROVISIONALES

Con el panorama descrito, tanto en términos de la realidad del comportamiento del virus como en los legislativos a los que nos debemos someter, por supuesto, ¿debemos renunciar durante meses a la práctica de nuestra modalidad deportiva de montaña? Esos meses podrían convertirse en un año, según auguran algunos especialistas que durará la crisis, con -ojalá no- sucesivos rebrotes. O al menos hasta que se dé con una vacuna.

Lo que nos jugamos en esta situación no es la suspensión sine die de una práctica deportiva más a la espera de mejores tiempos, o de herramientas de defensa inmune generalizadas, o de remedios médicos. Lo que nos jugamos es la suspensión de la capacidad y el derecho de las personas ciegas y sordociegas que lo deseen para realizar senderismo y montañismo.

Hay alternativas a la barra direccional si uno va por una pista o un sendero sencillo con un amigo ciego, porque puede llevarle en conducción urbana. Pero solo hasta ahí: meterse en terreno de montaña, es decir, en terreno irregular, con desniveles, accidentes topográficos que superar, por no hablar de hacerlo en zonas nevadas o de glaciar que precisen del uso de elementos técnicos como crampones y piolet…, eso no se puede hacer con el montañero ciego cogido del hombro o del brazo de su guía, salvo que éste quiera enfrentarse a un más que probable accidente y a una casi segura demanda de responsabilidad legal, civil o penal según sea el caso.

Pero es que además, recordemos, uno de los principales problemas que tenemos en los escenarios de convivencia de los próximos meses es el de la separación entre personas, el de la distancia de seguridad interpersonal en todo momento y también a la hora de hacer deporte. Y una persona ciega caminando al lado o un poco por detrás de su guía vidente, cogido de él por el codo o el hombro, está a bastante menos de un metro de separación de éste.

Es un problema que afectará también al desarrollo del nuevo sistema de guiado de personas ciegas en la modalidad de Marcha Nórdica, mediante un dispositivo bautizado como “Blind-NW”. Este sistema adaptado fue creado por el Comité de Montaña y Discapacidad de la Federación de Montañismo de la Región de Murcia (FMRM), y en su diseño participó el actual director del mismo, Pablo Barrial Marcos, exalumno Superior de nuestros Cursos de Senderismo y Montañismo para Ciegos y Adaptado (Proyecto EIDóS y FUNED).

El dispositivo de guiado consta de dos cinturones unidos por dos varillas elásticas, pero suficientemente rígidas como para permitir que la persona ciega o con discapacidad visual pueda seguir los movimientos de su guía sin interferir en el desarrollo de la técnica propia de la marcha nórdica. El guía lleva un cinturón, y el deportista ciego el otro. ¿Cuál es el problema? En efecto: la distancia entre ambos es menor de dos metros. Es una distancia razonable en entorno urbano, según las recomendaciones de distanciamiento de seguridad, pero muy inferior a la recomendada por gobierno y médicos, como hemos visto, cuando se está haciendo deporte aeróbico detrás de una persona.

Tanto el análisis como las propuestas de actuación durante los próximos meses son extensivas a todos los deportes de senderismo y montañismo adaptado. Las sugerencias para la limpieza y desinfección de materiales previa y posterior a su utilización se recomiendan también para las sillas Joelëtte, así como el uso de pantallas protectoras como las propuestas -y el porqué de ello- para los pilotos y el usuario de esta herramienta adaptada. El piloto delantero no sobrepasa la distancia de dos metros del pasajero, y el piloto de atrás se encuentra a un metro o poco más de éste. La distancia es aún menor entre el usuario y el o los pilotos laterales cuando son necesarios. Y por último, el tercer piloto, también cuando se necesita, tira del arnés en apoyo del piloto delantero a poco más de un metro de él. Y en casi todos los casos, realizando un esfuerzo físico importante, aeróbico y con hiperventilación en ocasiones. Así que las razones, análisis de situación y de materiales usables, y propuestas sobre los más adecuados entre éstos, son iguales tanto para el Montañismo para Ciegos como para la Marcha Nórdica para Ciegos como para el uso de silla Joelëtte.

Así pues, según el panorama trazado, ¿nos quedamos sin dichas prácticas deportivas hasta que exista una vacuna? También es cierto, y los montañeros lo sabemos bien, que el riesgo 0 no existe. Pero ¿habrá un momento en que las normativas de seguridad sanitaria, incluso en la “Nueva Normalidad”, permitan hacer deporte básicamente aeróbico en grupo y con un compañero necesariamente a menos de un metro por detrás o por delante de nosotros?

Puede que esto se prolongue mucho en el tiempo y que esas medidas de distancia interpersonal de seguridad deban respetarse incluso más allá de la vigencia de la normativa, por la seguridad propia y la de nuestros compañeros, que a fin de cuentas es lo más importante.

Llegados a este punto en que ya hemos expuesto y analizado las dificultades, vamos a ver si hay soluciones, al menos parciales, momentáneas, y siempre seguras para prevenir contagios, con el fin de evitar la desaparición durante meses de la práctica del guiado de ciegos en montaña.

Y de momento solo se me ocurre una que combine todos esos elementos, y que proporcione protección y autoprotección. Recordemos que las características principales de esta disciplina son la agrupación de equipos a lo largo de una barra de unos tres metros, lo que obliga a dos de ellos a estar a menos de un metro detrás de otro compañero respirando agitadamente y hablando; la cercanía entre los equipos o barras cuando son varias las que participan en la marcha -es lo habitual: a veces, hasta veinte y más-; y el contacto estrecho y necesario para labores de guiado urbano con los montañeros ciegos. Se trata de la llamada pantalla de protección facial.

Después de haber sopesado diversas posibilidades, he pensado que de momento y hasta tiempos mejores -vacuna, reducción notable de contagios, etc.-, la utilización de esta pantalla durante la práctica de nuestro guiado de ciegos en montaña es el sistema menos malo para poder realizar el ejercicio de montañismo con barras direccionales y con bastante seguridad.

Estudié sus características y me informé cuanto pude por internet. Por último, y para confirmar mis ideas con alguien que sabía que últimamente había aprendido bastante sobre estas pantallas protectoras, completé mi investigación hablando con el técnico de montaña abulense Juan Ramón Sánchez Martín. Es exalumno de la 2ª edición –“Noruega 2018”- de los Cursos Superiores de Montañismo para Ciegos y Adaptado (Proyecto EIDóS y FUNED), por tanto entiende, y mucho, de guiado de ciegos en montaña. Pero, además, se ha dedicado desde que comenzó la crisis a fabricar pantallas de protección facial con su propia impresora 3D, junto a otro grupo de solidarios agrupados bajo el nombre de “Coronavirus Makers Ávila”. Juntos han entregado gratuitamente cientos de pantallas protectoras para personal sanitario y cuidadores de todo el país.

Me confirmó que la distancia de la boca a la pantalla es la suficiente como para no empañarla y respirar con bastante normalidad. Además, si la máscara protectora no está cerrada por arriba la ventilación es mejor y la posibilidad de empañamiento casi nula. Las pantallas completamente cerradas son los modelos hiperseguros que utilizan médicos y enfermeros en UCI o con pacientes infectados por el virus. Es lógico. Pero para nuestro propósito no necesitamos tanta estanqueidad. De todos modos, hace años que existen líquidos para desempañar las gafas de montaña, sean de ventisca o de glaciar, así que también se podrían usar en las pantallas de modo preventivo antes de iniciar la marcha.

Hay espacio suficiente para llevar las gafas de montaña si tenemos necesidad de protegernos del sol. De hecho, el personal sanitario suele utilizar además de la pantalla gafas de protección. Y muchas de ellas, en los primeros momentos de la crisis, eran directamente de ventisca o de esquí, como hemos podido apreciar en los telediarios y programas especiales sobre la pandemia.

Juan Ramón me confirmó que el sonido se transmite bien cuando se habla -sin llevar además la mascarilla de tela, claro-. También me ilustró sobre los diferentes materiales con que se construyen las pantallas, y se pueden incluso elegir algunos realizados con recursos renovables, como el filamento PLA.

También sopesé la conveniencia o no de que fuesen elevables, como las viseras de los cascos de moto. Pero el problema es que en montaña llevamos gorras y sombreros en verano o con mucho sol, y gorros en invierno, y la pantalla podría tropezar con ellos al levantarla sobre la cabeza. Tampoco lo veo necesario. Cuando no tengamos que usar las pantallas, sencillamente nos las quitaremos. No ganamos gran cosa con poder levantarla sobre la cabeza y, como digo, podemos tener problemas con los gorros.

Por último, era importante saber qué grado de ventilación para la respiración se tiene con estas pantallas cuando se realiza ejercicio. Desde luego, muy superior al que obtendríamos con la mascarilla de tela. Pero todo hay que probarlo. Juanra me confirmó que él había usado la máscara para protegerse del viento mientras realizaba durante más de una hora labores aeróbicas, y que prácticamente no le había impedido una respiración adecuada.

Falta probarlo sobre el terreno y en las condiciones de guiado de ciegos en montaña. Y para ello, resta por llegar a la fase en la que podamos salir a la montaña, sea en grupos grandes o reducidos. Mientras, vamos a realizar de inmediato la prueba en un paseo urbano, y la confirmaremos en montaña durante las prácticas de nuestra próxima edición del Curso Básico de Montañismo para Ciegos y Adaptado, que se celebrará, si las condiciones sanitarias y legales lo permiten, a finales de la segunda semana de junio.

Madrid, 5 de mayo de 2020

Francisco Javier Bueno Sequera

Coordinador Técnico del Grupo de Montaña de la ONCE de Madrid

Presidente. Director Docente Cursos Inclusivos y Adaptados de Senderismo, Montañismo, Turismo Rural y Ocio Activo en el Medio Natural para personas con discapacidades físicas


FUENTES

PLAN PARA LA TRANSICIÓN HACIA UNA NUEVA NORMALIDAD. 28 de abril de 2020. Gobierno de España, Ministerio de Sanidad.

Orden SND/380/2020, de 30 de abril, sobre las condiciones en las que se puede realizar actividad física no profesional al aire libre durante la situación de crisis sanitaria ocasionada por el COVID-19. Publicado en: «BOE» núm. 121, de 1 de mayo de 2020, páginas 30.925 a 30.929 (5 págs.) Gobierno de España. Ministerio de la Presidencia, Relaciones con las Cortes y Memoria Democrática. https://www.boe.es/buscar/doc.php?id=BOE-A-2020-4767

Orden SND/386/2020, de 3 de mayo, por la que se flexibilizan determinadas restricciones sociales y se determinan las condiciones de desarrollo de la actividad de comercio minorista y de prestación de servicios, así como de las actividades de hostelería y restauración en los territorios menos afectados por la crisis sanitaria ocasionada por el COVID-19. Publicado en: «BOE» núm. 123, de 3 de mayo de 2020, páginas 31.103 a 31.112 (10 págs.). Gobierno de España. Ministerio de la Presidencia, Relaciones con las Cortes y Memoria Democrática.
https://www.boe.es/eli/es/o/2020/05/03/snd386

Diario Sur digital: https://www.diariosur.es/nacional/distancia-seguridad-correr-20200501161958-nt.html?ref=https:%2F%2Fwww.google.com%2F

El Español, 2 de mayo: https://www.elespanol.com/ciencia/salud/20200502/mascarilla-ideal-salir-correr-no-sirve/485951697_0.html

Manual de Guiado de Ciegos en Montaña. Técnicas de uso de la barra direccional y propuestas de formación para guías y montañeros ciegos, Francisco Javier Bueno Sequera, Ed. Ibersaf. Madrid, 2012.

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